El número de fallecidos por el terremoto de magnitud 7.7 que sacudió el centro de Birmania el pasado viernes ha superado los 2.000, según informes recientes. Además, se registran cerca de 4.000 heridos y aproximadamente 270 desaparecidos. Las operaciones de búsqueda y rescate continúan, lideradas por el Departamento de Servicios de Bomberos de Myanmar, con apoyo de equipos internacionales que enfrentan desafíos debido a las infraestructuras dañadas y las condiciones adversas.
La ciudad de Mandalay, cercana al epicentro, ha sido una de las más afectadas, con numerosos edificios colapsados y residentes durmiendo al aire libre por temor a réplicas. Las altas temperaturas y las continuas réplicas dificultan las labores de rescate. La Organización Mundial de la Salud y la Federación Internacional de la Cruz Roja han lanzado llamados de emergencia para obtener fondos y asistencia, destacando los riesgos de infecciones y brotes de enfermedades.
En Tailandia, el terremoto también ha tenido consecuencias mortales. Al menos 13 personas fallecieron en Bangkok tras el derrumbe de un edificio en construcción, y 74 permanecen desaparecidas bajo los escombros. Los equipos de rescate utilizan perros, drones y cámaras termográficas para localizar sobrevivientes.
La comunidad internacional ha respondido enviando ayuda y equipos de rescate a las zonas afectadas. China ha comprometido 13,7 millones de dólares en asistencia humanitaria, mientras que la Unión Europea ha proporcionado 2,5 millones de euros. India también ha enviado barcos y toneladas de suministros médicos, junto con un equipo de trabajo para un hospital móvil en Mandalay.
La situación se ve agravada por la inestabilidad política y el conflicto en Myanmar, con informes de bombardeos por parte del ejército en áreas afectadas, lo que complica aún más los esfuerzos de rescate y asistencia humanitaria.