Rafael Correa declaró que se opondrá a la reelección de Marcela Aguiñaga como prefecta del Guayas luego de que ella se mostrara públicamente junto a Lourdes Tibán —exasambleísta de Pachakutik— bajo la premisa de que “no hay banderas políticas” para trabajar. Correa criticó este argumento y aseguró que sí existen principios políticos y “dignidad” que se deben mantener.
La tensión entre las figuras del correísmo se intensifica. Aguiñaga ya había anunciado sus planes de reelección para 2027 usando la bandera de la Revolución Ciudadana, pero los cuestionamientos de Luisa González —y ahora el rechazo explícito de Correa— complican su continuidad. Correa incluso respaldó públicamente a González como parte de su defensa de la “línea ideológica” del movimiento.
Este choque refleja una fractura interna del correísmo: por un lado la gestión pragmática de Aguiñaga —que promueve la cooperación institucional más allá de las diferencias partidarias—; por el otro, la postura ortodoxa de Correa y González, que prioriza la lealtad ideológica y advierte sobre diluir los principios del movimiento.