apuntan a prendas funcionales que combinan abrigo y estilo, como abrigos largos de lana, suéteres oversize, bufandas tejidas y botas de plataforma. Las capas y los materiales térmicos se convierten en aliados clave.
Los colores neutros dominan la paleta —gris, camel, beige y negro— pero se complementan con acentos en tonos vino, azul petróleo o verde oscuro. Además, el estilo “athleisure” sigue vigente, permitiendo lucir cómod@ sin renunciar a una estética cuidada. Los accesorios como gorros, guantes y lentes de sol invernales dan el toque final al outfit.
Una tendencia creciente es la moda sustentable: más consumidores apuestan por marcas que ofrecen prendas recicladas o producidas éticamente. Este invierno, vestir bien también implica elegir responsablemente, demostrando que el estilo puede ir de la mano con la conciencia ambiental.