A inicios de julio de ese año, el Ministerio de Salud Pública (MSP) informó sobre el primer caso de viruela del mono en Ecuador. Se trató de una mujer de 30 años de la provincia de Guayas, quien presentó los síntomas típicos de la enfermedad, como fiebre, malestar general, decaimiento y erupciones en la piel.
Este caso inicial dio inicio a un brote que, para diciembre de 2022, ya había superado los 400 casos confirmados, según las autoridades de salud.
El ministro de Salud de ese entonces, José Ruales, describió la viruela del mono como «una enfermedad inusual; no severa», subrayando que, aunque no era una amenaza grave en términos de mortalidad, su propagación requería una respuesta efectiva y bien coordinada.
La evolución de la viruela del mono en Ecuador se aceleró en octubre de 2022. Al 12 de octubre, se habían confirmado 185 casos, pero en solo 13 días, esa cifra aumentó a 243. Las provincias más afectadas fueron Pichincha, Guayas y Azuay, concentrando la mayoría de los contagios.
Ante el incremento de casos, el 20 de octubre de 2022, las autoridades sanitarias anunciaron la adquisición de 5.800 dosis de vacunas para combatir la viruela del mono. De estas, 1.800 dosis llegaron al país de manera inmediata, dando inicio a una campaña de vacunación clave para controlar la situación.
La campaña de vacunación, lanzada en noviembre, se centró en los grupos de mayor riesgo, incluyendo al personal de salud y a quienes estaban en contacto directo con casos confirmados o sospechosos.